La lectura es mucho más que una asignatura en el colegio o un requisito para aprobar exámenes. Es una ventana al mundo, una herramienta para entender la vida y un refugio donde podemos imaginar, reflexionar y aprender. Sin embargo, en España, esta capacidad esencial está en crisis. Los datos hablan por sí mismos, y las consecuencias de esta situación no solo afectan a los jóvenes de hoy, sino también al futuro de nuestra sociedad.
Si alguna vez te has preguntado por qué tantos adolescentes parecen desconectados de los libros o por qué se sienten frustrados cuando tienen que enfrentarse a un texto complejo, aquí encontrarás respuestas. Analicemos las causas, las consecuencias y, lo más importante, lo que podemos hacer para cambiar esta realidad.
Un problema global que golpea fuerte en España
Según el informe PISA 2022, España está, una vez más, por debajo de la media de la OCDE en comprensión lectora. Estos resultados no son nuevos; desde 2003, la brecha en esta área ha sido constante. El 15% de los estudiantes españoles no logra alcanzar el nivel mínimo de comprensión lectora, lo que significa que no son capaces de entender ni los textos más sencillos. Y lo más preocupante: los niveles más altos de competencia son prácticamente inexistentes.
Pero este no es un problema exclusivamente español. En el mundo globalizado y digitalizado en el que vivimos, las cifras reflejan una tendencia preocupante. La lectura profunda y reflexiva, esa que nos ayuda a entender ideas complejas y a conectar puntos, está siendo sustituida por fragmentos de información rápida y superficial. Aunque la pandemia de COVID-19 y los confinamientos exacerbaron esta situación, la raíz del problema viene de mucho antes.
¿Por qué ocurre? Las verdaderas causas de la crisis lectora
1. La tecnología: adicción diseñada
Uno de los factores más determinantes en esta crisis es el uso —o abuso— de los dispositivos digitales. ¿Sabías que las aplicaciones y redes sociales están diseñadas específicamente para generar adicción? Cada notificación, cada «me gusta» y cada scroll infinito están pensados para mantenernos pegados a la pantalla.
Lo más irónico es que quienes crean estas herramientas, los altos ejecutivos de las empresas tecnológicas, evitan que sus propios hijos las usen. En Silicon Valley, muchos de ellos envían a sus hijos a escuelas donde no se permite el uso de tecnología. Incluso, firman contratos con los cuidadores para que no usen móviles delante de los niños. Mientras tanto, los sistemas educativos invierten millones en digitalizar las aulas, apostando por tablets y ordenadores como si fueran la panacea educativa. ¿Por qué ocurre esto? ¿Quién está realmente al volante de estas decisiones?
El impacto de este modelo es claro: los dispositivos móviles, lejos de ser una herramienta educativa en muchos casos, están interfiriendo con la capacidad de los niños y adolescentes para concentrarse, reflexionar y, por supuesto, leer.
2. Cambios culturales: de los libros a los vídeos cortos
Hace décadas, los libros eran un elemento central en las familias. Pero hoy, el tiempo que se dedicaba a leer se ha sustituido por pantallas. El auge de redes sociales como TikTok, donde los vídeos no superan los 60 segundos, ha cambiado radicalmente la forma en que consumimos información. Los jóvenes prefieren contenido rápido, visual y fragmentado. Esto no solo reduce su capacidad para leer textos largos, sino también para procesar ideas complejas.
En muchos hogares, los libros han dejado de ser protagonistas. Si un niño no ve a sus padres leer, ¿cómo va a desarrollar él mismo el hábito lector? La lectura no solo debería ser una actividad educativa, sino un placer compartido en familia.
3. Deficiencias estructurales en la educación
El sistema educativo español lleva años fallando en este aspecto. Las metodologías tradicionales, centradas en la memorización y los exámenes, no enseñan a los estudiantes a interpretar, analizar o reflexionar. Además, el tiempo dedicado a la lectura en las aulas es insuficiente, y los textos que se eligen a menudo no conectan con los intereses de los jóvenes.
Las consecuencias de la falta de comprensión lectora
1. Adicción tecnológica y pérdida de habilidades cognitivas
La exposición constante a dispositivos digitales tiene un impacto directo en el cerebro. La falta de lectura profunda disminuye la capacidad de concentración y memoria, mientras que el consumo excesivo de redes sociales genera dependencia y ansiedad. Estamos criando a una generación que prefiere las respuestas rápidas de Google a las reflexiones largas de un buen libro.
2. Fracaso académico y abandono escolar
Los estudiantes que no entienden lo que leen tienen problemas en todas las asignaturas. Esto genera frustración, desmotivación y, en muchos casos, abandono escolar. Llegan a la universidad sin habilidades críticas, lo que obliga a bajar los niveles académicos. Cada año, profesores universitarios reportan que sus alumnos no dominan habilidades básicas como las matemáticas o la comprensión de textos científicos.
3. Una sociedad menos crítica y más manipulable
La comprensión lectora no es solo una habilidad académica; es esencial para ser ciudadanos informados. Sin ella, los jóvenes son más vulnerables a la manipulación mediática y menos capaces de participar activamente en la sociedad. En un mundo donde la desinformación abunda, esto es más peligroso que nunca.
¿Qué podemos hacer? Soluciones para recuperar el amor por la lectura
1. Crear hábitos lectores desde la infancia
Los cuentos son una puerta mágica para introducir a los niños en el mundo de la lectura. Leer en familia, regalar libros y contar historias son maneras efectivas de sembrar el amor por los libros desde pequeños. Las familias deben ser conscientes de su papel como modelos lectores.
2. Cambiar la manera de enseñar
El sistema educativo necesita urgentemente reformarse. En lugar de enfocarse en exámenes y memorización, debería priorizar el análisis, la reflexión y el debate. Las aulas deben convertirse en espacios donde la lectura sea una actividad dinámica y placentera.
3. Limitar el uso de dispositivos digitales
La tecnología no es el enemigo, pero debe usarse con moderación. Establecer horarios para el uso de dispositivos y fomentar actividades analógicas, como los juegos de mesa o la lectura conjunta, son pasos importantes para recuperar habilidades perdidas.
4. Responsabilidad social y política
Las familias, los educadores deben trabajar juntos para cambiar la narrativa, de los políticos no podemos esperar nada, ya que se mueven por meros intereses de poder dinero y privilegios como hemos visto en otras entradas de este blog. Es hora de abandonar la idea que lleva a la resignación, de que no se puede parar aquello que eufemísticamente llaman progreso cuando evidentemente es una verdadera involución. Debemos tomar decisiones conscientes que prioricen el bienestar de los niños por encima de los intereses comerciales, y esto pasa por un ejercicio de responsabilidad individual, y familiar.
Conclusión: La lectura es el camino
No podemos permitir que la comprensión lectora siga deteriorándose. La lectura no solo es una habilidad práctica; es un refugio, una herramienta para crecer y una manera de conectar con el mundo. Si queremos una sociedad más crítica, creativa y libre, debemos actuar ahora para que las futuras generaciones vean la lectura no como una obligación, sino como un placer.
La lectura se tiene que amar, y todavía estamos a tiempo de demostrarlo.